viernes, 1 de mayo de 2020

Sylvia Plath

Carta de amor
No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.
No fue eso. Dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto. Como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. Los muertos
tenían yelmos helados. No les creo.
Me dormí como un dedo curvo yace.
Lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus. y miro
densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. Reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta. Mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.
Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
Yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
De piedra a nube iba yo ascendiendo.
A una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.
Este texto refleja a la perfección los sentimientos de Sylvia Plath. Su marido le era infiel, era maltratada, tenía constantes depresiones, y problemas como el trato inferior recibido debido a su bipolaridad marcaron su vida y le llevaron a tomar la dura decisión de acabar con ella. El poema está lleno de hermosos símbolos naturales, es una especie de interpretación propia de lo que sería la vida después de la muerte para la autora. Podemos ver que en esa nueva vida no tienen cabida las miserias y días grises, pero si está presente la naturaleza, que era de las pocas cosas que le daba paz.
Desde mi punto de vista, las cosas positivas de las que habla, suponen una especie de liberación de todos los problemas, una clara referencia al suicidio. Está demostrado que los suicidas no solo suelen avisar, sino que son recurrentes, y Sylvia escribió centenares de líneas en poemas, cartas y en relatos hablando y casi alabando las virtudes de la muerte. Y recriminándole a su marido como no hacía nada por evitar que pensase en el suicidio, sino que era uno de los motivos que convertían su vida en menos atractiva.

La escritora británica Sylvia Plath y su marido.
Sylvia Plath con Ted Hughes, su marido.

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